Dice la historia que un muchachito de 19 años llamado Leo Gaspari se encuentra con un amigo suyo y con el que había tocado en un par de grupos, un guitarrista llamado Diego Mac Garva. Le comenta que se había comprado un secuenciador (elemento que utilizaban mucho por aquellas épocas las bandas de covers), y que tenía ganas de armar un proyecto de esas características. Mac Garva le comentó que tenía un cantante que había conocido tocando en «la Movida», una banda de covers en la que había ingresado como bajista. Con Marcelo Ruscitti se conocían hace poco pero habían entablado fuertes lazos de amistad, por lo que este no se negó al escuchar la propuesta.
En una primera reunión en la casa de Leo, los tres decidieron que el bajista sería Pablo Silva y el baterista Jorge Baigorria. De esa forma, a mediados de noviembre -poco después de que Marcelo y Diego dejaran «La Movida»- comienzan los ensayos en la casa de Pablo, en la esquina de 18 y 67 en La Plata.
En otra reunión, se juntan los cinco en la «Cervecería Alemana» para buscarle nombre a la banda. Todos llevan algunos anotados, pero ninguno satisfacía por ser poco ingeniosos o ridículos hasta la carcajada («Insert Coin», «Game Over», «Os Palanganas», «Ruscan Clip», «Tirame un cacho de pan», entre otros). Marcelo escucha todas las opciones y dice: «Yo tengo uno solo en mente. Somos todos flacos y nuestros seguidores serán en su mayoría mujeres. Pues bien, yo pensé en algo que usaran las minas…Que les parece «Babydoll» ??? Al resto le gustó, y ahí mismo se bautizó al grupo.
Por aquel entonces se buscaba lugares dónde presentarse por primera vez y Marcelo logra dar con un organizador del «Centro de estudiantes de Bahía» que el 2 de enero iba a realizar una fiesta en el local bailable «Metrópolis» de 47 y Diagonal 74. Los ensayos en el pequeño cuarto de Silva eran cada vez más intensos, ya que el día del debut se acercaba y había pocos temas en el inventario. Unos diez o doce, entre los que se encontraban: «La canción del marinero», «Gafas», «linterna de los afiebrados» e «Inundados» (Paralamas), «Movida Rastafari» (Los Pericos), «Me siento mucho mejor» (Charly García), «Popotitos» (Serú Girán), «Never Tear us apart» (INXS), «A rodar mi vida» (Fito Paez), «El Satánico Dr. Cadillacs» (Fabulosos Cadillacs), «Se va como la vida» (Auténticos Decadentes) y Costumbres Argentinas (Abuelos del la Nada).
Aquella jornada amaneció calurosa, como casi todos los días. El calor dentro del pequeño cuarto del «negro» era terrible y se trabajaba en los temas «contra reloj» esperando el momento de cargar los equipos en la vieja camioneta de «Fletes Lujan». Las novias, familiares y amigos como Pepe Fernández y Marcelo Páez, acompañaban alentando, cebando mate o haciendo de asistentes. Al mediodía, llega Marcelo con una triste noticia: La fiesta se había suspendido y no habría debut esa noche. Sin que la decepción ganara mucho a los cinco muchachos, apelaron a los pocos móviles de los que disponían para salir a buscar un lugar para esa misma noche. Los mismos eran, una moto Honda de 70 cc. del «Negro» y un Fiat 600 todo destartalado y con un solo asiento, de «Pepe».
El rumbo elegido fue el «Camino Centenario», lugar que en épocas estivales trabajaba mejor por poseer boliches que trabajaban al «aire libre». Es así como llegan a «Gringo», un pub muy «cheto» que había inaugurado hacía un par de meses y al que concurrían casi todos los «rugbiers»,chicas de Hockey, modelos y demás gente linda. En las noches más concurridas (inclusive la de fin de año), habían tocado las bandas de covers más «top» de La Plata por entonces: «Stop» con Cecilia Urbiztondo y MaiteyJulia Urbiztondo y «Confites».
Al llegar al lugar se encuentran con personal de limpieza (eran cerca de las 16), que les da el teléfono y la dirección de Guillermo Langone, uno de los cuatro dueños. Al llegar a la casa, lo sorprenden durmiendo la siesta pero ante la insistencia de los chicos, Langone -aún con los ojos pegados- accede a escuchar la propuesta de los «Babydoll». Les dice que tiene que consultarlo con sus socios y que lo llamaran un par de horas más tarde.
A eso de las 18, y desde un teléfono público, Marcelo llama y el propietario le dice que no pudo comunicarse con sus socios, a lo que el cantante, ni lento ni perezoso, le dice: «Bueno, que te parece si hacemos esto…Nosotros cargamos todo en la camioneta y vamos para allá. Si tus socios te dicen que no, nos volvemos…» El rejuntado de equipos era tan grande y el vehículo tan desvencijado, que parte de los mismos quedaban en el aire y la trompa de la pequeña camioneta miraba al cielo. Se llegó de milagro y al arribar, Langone les dice: «Armen allá, al costado de la casa, sobre el cantero». El lugar estaba en diagonal y un poco escondido, cosa de que si el grupo era malo, por lo menos, pasaría desapercibido.
Esa noche fue mágica. La cantidad de gente que había era tan grande, que el paso del «Camino Centenario» se había cortado. El puente peatonal colmado…Ese sábado había explotado…El show comienza y a las pocas canciones el público estalla. Los muchachos no lo podían creer. El éxito que anhelaban se había logrado y ante un público muy difícil. Al finalizar la velada, la emoción no cesaba y las sorpresas tampoco: «Gringo» les proponía continuidad para todo el verano y así comenzó la historia. Una historia de éxito que ya lleva veinte años. Pero claro, como dice la canción «veinte años no es nada»… —
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